No hay luna, Señor, no hay luna.
hasta el alma
me desgarran
y el gemido de mi llanto funde los
cirios que velan
lo que un día fuera vida, lo que hoy ya no respira.
El tiempo
tiene fracturas donde el agua
es aguacero y la mortaja es
espina
y la suerte es impotente ante la
muerte vecina.
Yo tengo una
pena grande, la pena del cementerio,
la pena que
dan los muertos, la de la cruz de misterios
la que se viste
de negro y nombra mis apellidos
escritos en mármol blanco, con
letras que no hacen ruido.
Sus almas
¿Dónde se han ido?
¿Qué camino
han recorrido?
¿Es el fin?
¿Es el olvido?
Me duele, Señor, me duele
El alma, el cuerpo me
duele, cuando me
recorre el duelo
Cuando me
visto de luto para enterrar a los míos
Cuando el
orgullo se quiebra y la cabeza se inclina
Cuando el
adiós es "pa" siempre y el alma así lo siente.
Me duele, Señor, me duele
© Edmée Cobo Giancáspero
Registro de Propiedad Intelectual
Inscripción N° 235.638
del Poemario "Rompiendo los Silencios"
En Santiago de Chile
Si que duele la ausencia de los seres queridos, los que se fueron y ya es para siempre, aunque siempre estén en nuestro corazón, en nuestra memoria. Yo quiero pensar que quizás nos veamos mas allá de la muerte, pero por el momento se les extraña, y mucho.
ResponderBorrarTristes y muy sentidos versos querida amiga, mis mejores deseos para ti.
Un abrazo grande sensible poetisa.
J'ai ressenti votre douleur si bien décrite, vous posez les mêmes questions que nous nous posons tous! Beau poème.
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